Galician Investor Quality Research

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5.1. Introducción al Análisis Financiero: “Deep Value” vs. “Quality”
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5.1. Introducción al Análisis Financiero: “Deep Value” vs. “Quality”

Módulo 5: Los estados financieros del inversor cualitativo

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Galician Investor
abr 12, 2025
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5.1. Introducción al Análisis Financiero: “Deep Value” vs. “Quality”
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La contabilidad es el lenguaje de los negocios. - Warren Buffett

El mundo de la inversión es tan amplio y variado que cada inversor, en algún momento, se ve obligado a definir cuál será el enfoque que guiará sus decisiones. Hay quienes se centran en dar caza a gangas escondidas en empresas con balances confusos, apostando por una hipotética recuperación del precio, y otros que prefieren fijarse en compañías estables, con marcas potentes, márgenes elevados y modelos de negocio consolidados. Estas dos visiones, representadas por el inversor “deep value” y el inversor en “quality”, han marcado la historia de la inversión. Aunque ambas buscan lograr retornos satisfactorios, difieren mucho en la forma de identificar oportunidades y en la manera de analizar los estados financieros de las empresas.

A lo largo de este artículo, me centraré en explicar los puntos de estos enfoques, mostrando sus rasgos, fortalezas y limitaciones. También abordaré cómo los estados financieros sirven como herramienta fundamental para cada estrategia, ya sea mediante análisis contable forense (enfoque “deep value”) o mediante la búsqueda de patrones de calidad (enfoque “quality”). El objetivo es que puedas tener una visión clara de ambos mundos, comprendiendo por qué pueden resultar atractivos para diferentes perfiles de inversores, al tiempo que adquieres una primera idea de las herramientas analíticas que necesitas para desarrollar cada metodología.

Conviene recordar que ni siquiera los inversores más experimentados operan con una pureza absoluta. Es habitual encontrar a gestores que, aunque se definen como “value investors” en el sentido estricto, aplican filtros de calidad para evitar trampas de valor. O inversores growth que, a la hora de la verdad, no dudan en comprar compañías con fuertes descuentos si creen que el mercado las está castigando en exceso. Entender los rasgos de ambos enfoques no deja de ser útil para identificar tus propias inclinaciones, reconocer tus puntos fuertes y débiles como inversor y, sobre todo, para aprender a leer los estados financieros de una manera más efectiva. Hablaremos de la psicología y el estilo operativo de estos inversores, de los riesgos y las ventajas de cada visión y de por qué los números de la empresa (reflejados en sus cuentas anuales, en el balance, en la cuenta de resultados o en el estado de flujos de efectivo) son esenciales para tomar decisiones.

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1. Enfoques de Inversión

El análisis financiero busca evaluar el valor de un negocio, ya sea revisando su flujo de ingresos, su estructura de costes, la fortaleza de su balance o el potencial de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, la forma de acercarse a estas cifras varía mucho según la mentalidad del inversor. De forma muy resumida, podemos distinguir dos escuelas:

  1. La que prioriza la relación precio-valor, interesándose sobre todo por pagar menos de lo que considera que vale la empresa (enfoque que podríamos etiquetar como “value”). Dentro de esta corriente, el “deep value” sería la vertiente que más se inclina hacia compañías baratas en términos de métricas clásicas, aunque su situación fundamental pueda parecer dudosa o, a priori, arriesgada.

  2. La que prioriza la calidad de la empresa, centrando la búsqueda en negocios excepcionales que generen altos retornos sobre el capital invertido, con ventajas competitivas duraderas y capaces de crecer sin necesidad de inyecciones de capital constantes. Aquí, la idea no es “comprar barato” en un sentido estricto, sino encontrar compañías que, gracias a su solidez, tengan muy buena probabilidad de ofrecer retornos atractivos a lo largo de los años.

Estas dos perspectivas no son excluyentes, pero sí generan estrategias analíticas distintas. ¿Por qué? Porque la clase de empresa que uno busca y la influyen en cómo se interpretan las cuentas. El inversor que sigue un modelo “deep value” se sumerge a fondo en las cifras, tratando de descubrir activos infravalorados, pasivos que el mercado sobrestima o contingencias que pueden no ser tan graves como parecen. Puede, por ejemplo, analizar valor en empresas cíclicas en horas bajas o en negocios que arrastran litigios. En el otro extremo, el inversor “quality” observa esos mismos estados financieros con la intención de identificar si la empresa conserva márgenes altos de forma regular, si reinvierte el capital a tasas por encima de la media y si es capaz de sostener su moat a lo largo del tiempo. El primero aplica una especie de lupa forense, buscando grietas y “fallos de mercado”; el segundo busca patrones de excelencia y coherencia.

Por supuesto, existe un abismo entre comprar algo solo porque está barato en métricas de balance y comprar algo solo porque es de calidad sin tener en cuenta el precio. La inversión sensata podría incluir una valoración seria, una búsqueda de la calidad y un control del precio que se paga. Sin embargo, en la práctica, muchos inversores se polarizan o, al menos, dan mucha más relevancia a uno de los dos enfoques. Saber en qué polo te sitúas (o si prefieres moverte en un punto intermedio) te servirá para diseñar tu metodología de análisis financiero. No es lo mismo rastrear chicharros en busca de un activo infravalorado que analizar a gigantes consolidados como Nestlé, L’Oréal o Inditex para ver si mantienen su liderazgo competitivo.

2. Visión “Deep Value” vs. Visión “Quality”

Para adentrarnos en estos dos enfoques, conviene desarrollar un poco más sus características principales. Así veremos por qué interpretan los estados financieros de forma tan diferente y, a la vez, por qué pueden convivir en el mercado sin anularse mutuamente.

2.1. Visión “Deep Value”

El inversor “deep value” nace de la tradición de Benjamin Graham y David Dodd, de comprar activos por debajo de su valor en libros o de su valor intrínseco estimado. La esencia de esta estrategia se centra en:

  • Buscar ineficiencias: Este inversor cree que el mercado, en ocasiones, se equivoca y mucho. Puede penalizar demasiado a empresas que atraviesan problemas temporales o que están en sectores poco populares. El inversor “deep value” se lanza a buscar ese tipo de situaciones, a menudo revisando empresas cuyo precio se ha desplomado, esperando una recuperación o un cambio de sentimiento.

  • Análisis exhaustivo del balance: Generalmente, el “deep value” examina con lupa las partidas de activos y pasivos para encontrar activos mal valorados (por ejemplo, inversiones inmobiliarias con valor contable muy por debajo de su valor real) o pasivos que puede que no sean tan lesivos como parece a primera vista. También se fija mucho en la liquidez (activo corriente menos pasivo corriente), tratando de descubrir la típica “net-net”, donde la empresa cotiza por debajo de su capital circulante neto, algo que en los mercados actuales es cada vez más complicado.

  • Contexto empresarial adverso: Las compañías aptas para el “deep value” suelen estar en situaciones delicadas: ventas en declive, entornos competitivos duros o con un historial reciente de pérdidas. El inversor confía en la reversión a la media o en la posibilidad de que una reestructuración, una venta de activos o un cambio de ciclo económico despierte el valor latente. De ahí que su lectura de los estados financieros sea muy forense, casi detectivesca. Es habitual que tengan que corregir las cifras que presenta la dirección, aislar partidas no recurrentes, examinar si hay “baches contables” que el mercado ha sobrevalorado, etc.

  • Riesgo de trampas de valor: Uno de los grandes peligros es toparse con empresas que siempre están baratas porque, en realidad, no tienen futuro. Aunque en apariencia parezcan infravaloradas, quizá los problemas sean estructurales. Ahí la labor del análisis financiero se combina con la experiencia de filtrar negocios que van camino del cementerio. El inversor “deep value” debe cuidar que su búsqueda de chollos no acabe en una cartera plagada de empresas sin remedio.

En definitiva, la visión “deep value” se basa en la idea de que “comprar barato” ofrece un margen de seguridad. Se confía en que, si los activos tienen un valor contable mayor de lo que indica la capitalización bursátil, o si hay un negocio básico que podrá recuperarse, el tiempo o algún catalizador externo hará que la cotización se acerque al valor real. No siempre saldrá bien, pues se requiere una diligencia contable profunda y un conocimiento sectorial que evite trampas. Pero cuando funciona, puede lograr plusvalías muy notables si la empresa logra salir del pozo y el mercado revaloriza su acción.

2.2. Visión “Quality”

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En el otro lado, tenemos la corriente que podríamos atribuir a inversores como Warren Buffett (en su etapa más moderna) o Charlie Munger, y a tantos otros gestores que hoy día prefieren las “compounders”: empresas de elevada calidad que generan flujos de caja crecientes y tienen ventajas competitivas amplias. ¿Qué caracteriza a este estilo?

  • Búsqueda de negocios excepcionales: El inversor en calidad se fija menos en el precio y más en la naturaleza del negocio. ¿Tiene la empresa marcas potentes, fidelidad de los clientes, modelos de suscripción o redes que hacen que la competencia sea difícil de entrar? ¿Cuenta con márgenes recurrentes y amplios, incluso en épocas de crisis? ¿Logra reinvertir beneficios a retornos altos de manera sistemática? Si la respuesta es afirmativa, es un candidato a su cartera.

  • Análisis de rentabilidad y de consistencia a largo plazo: Los estados financieros se examinan para comprobar que el margen bruto es estable o crece, que el margen operativo no fluctúa en exceso, que el ROIC permanece por encima del coste de capital y que el negocio no precisa fuertes inyecciones de Capex de mantenimiento para no perder competitividad. El foco no está en si la acción cotiza por debajo de su valor contable, sino en la capacidad de la empresa de generar dinero año tras año con poca volatilidad.

  • Enfoque cualitativo: Además de revisar los números, el inversor “quality” pasa mucho tiempo reflexionando sobre los aspectos intangibles: la cultura de la empresa, la forma de asignar capital, el foso competitivo (o moat) que le permite conservar clientes y márgenes. Sin duda, el análisis financiero es relevante para confirmar que esa narrativa de calidad es coherente con las cifras, pero rara vez el inversor en calidad se meterá en balances turbios llenos de ajustes contables. Prefiere negocios más transparentes, sencillos de entender y con un historial de buena gestión.

  • Menos rotación, más visión a largo plazo: La filosofía “quality” aboga por encontrar unos pocos negocios extraordinarios, comprarlos a un precio razonable (no necesariamente regalado), y mantenerlos durante años, dejando que el interés compuesto actúe. Requiere paciencia y una enorme convicción en las bondades de la compañía.

  • Riesgo de sobrepago: Aunque comprar calidad suene fantástico, uno de los problemas es que el mercado suele encarecer esas acciones, precisamente por su excelencia. Pagar múltiplos muy altos puede ser un error si la empresa no crece lo suficiente o si su moat se erosiona. El inversor “quality” también se arriesga a situaciones en las que la compañía, pese a su calidad, se ve afectada por nuevas disrupciones o competidores tecnológicos que barren su ventaja competitiva en unos pocos años.

En conjunto, la visión “quality” entiende la inversión como una apuesta por los mejores negocios. Si la empresa realmente es tan sólida como parece, su cotización a largo plazo reflejará ese éxito. ¿Por qué las cuentas son importantes aquí? Porque sirven para verificar la historia. Si la narrativa dice que la empresa es líder y tiene un poder de fijación de precios notable, esperamos ver márgenes superiores a la media sectorial, un ROIC por encima del coste de capital y una evolución estable de los beneficios. El análisis financiero en este caso no se centra en encontrar activos ocultos en el balance, sino en asegurarse de que el negocio cumple lo que promete.

3. Papel de los Estados Financieros según la Estrategia

Hasta ahora, hemos visto a grandes rasgos qué busca cada tipo de inversor y cómo se relaciona con la empresa. Sin embargo, es fundamental comprender en qué consiste el uso de los estados financieros desde cada enfoque. Muchos inversores novatos piensan que “leer los estados financieros” es solo una labor: revisar ingresos, gastos, ver si hay beneficios o pérdidas, etc. Pero la profundidad y el objetivo de esa revisión dependen del estilo de inversión.

3.1. Análisis Forense: El Enfoque “Deep Value”

El inversor que practica un análisis forense de los estados financieros se pone unas gafas de detective. No le basta con ver el balance y creer lo que dice la empresa. Se sumergirá en las notas a pie de página, revisará cada matiz de la política de amortizaciones, las contingencias legales, las partidas pendientes de cobro, los pasivos ocultos en filiales, etc. Sus motivos son claros:

  • Buscar “baches” contables: Tal vez la empresa reconoce pérdidas que son contablemente muy grandes, pero en realidad no suponen un impacto de caja tan grave. Por ejemplo, una provisión para litigios que nunca se materializa, o una fuerte depreciación de activos que, aun así, pueden utilizarse varios años más. Si logra determinar que el mercado ha exagerado la negatividad de esas cifras, puede que haya oportunidad de compra.

  • Descubrir activos infravalorados: Un inversor forense puede detenerse en la partida de “activos intangibles” y descubrir que la empresa tiene una patente que no está activada o que está subestimada. A lo mejor la compañía dispone de un terreno en pleno centro de una gran ciudad que se valora en libros a precios de hace veinte años, mientras su precio de mercado actual es muy superior.

  • Valorar la sinceridad de la dirección: Cuando las cosas van mal, algunas directivas intentan maquillar sus cuentas. El inversor “deep value” intentará destapar esas maniobras si sospecha de que la gerencia oculta la magnitud del problema. También puede suceder lo contrario: que la empresa exagere lo mal que va (reconociendo pérdidas extraordinarias), para hacer luego un “big bath” contable y, a partir de entonces, relucir con beneficios “limpios”. En ambos casos, el inversor profundiza en el texto para ver dónde el discurso oficial no cuadra con los números.

  • Identificar catalizadores: El análisis forense no se queda en la foto actual, sino que se pregunta: “¿Qué pasaría si la empresa vende esta división no rentable? ¿Cómo cambiarían las cifras? ¿Hay potencial de que, tras una reestructuración, el balance quedara más limpio y el mercado lo apreciara?” Al final, se trata de encontrar un suceso (cambio de dirección, venta de activos, entrada de socio estratégico) que impulse la cotización al alza cuando la empresa salga del estado de castigo.

Este tipo de investigación minuciosa, en la que se dedica mucho tiempo a las cuentas y a los hechos relevantes de la compañía, es típico del inversor “deep value” porque lidia con empresas en situaciones complejas que no son obvias de interpretar. El inversor forense cree que, si se esfuerza en entender la contabilidad y las circunstancias reales, puede encontrar gemas escondidas que otros no han visto. Es una labor que requiere paciencia, dedicación y un buen dominio de las normas contables. Si sale bien, el potencial de revalorización puede ser impresionante, porque el mercado suele ignorar o despreciar a las compañías problemáticas. Pero hay que ser muy escrupuloso con los detalles y no subestimar la probabilidad de un desenlace negativo.

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