El lado oscuro de las supuestas “gangas”
A todos nos ha pasado: estás buscando oportunidades de inversión y te encuentras con una acción aparentemente regalada (PER por los suelos, un descuento enorme sobre el valor en libros…). La tentación de comprarla es irresistible. ¿Por qué dejar pasar algo tan barato? Ahí llega la primera gran sorpresa: muchas de esas “gangas” no están de rebajas, sino que se están pudriendo por dentro. Es la cruda verdad que pocos admiten: lo barato puede salirte carísimo si, tras esa etiqueta de precio ridículo, se ocultan problemas que condenan tu capital a una lenta desaparición.
El mercado está lleno de gurús que juran que “compra barato y vende caro” es la estrategia definitiva. Pero se olvidan de mencionar que el “barato” de hoy puede ser el “todavía más barato” de mañana. ¿Por qué? Porque algunos negocios no se recuperan ni por un milagro, y se convierten en trampas de valor. Aquí es donde entra en juego este método sencillo (apenas te llevará 10 minutos) para distinguir un chollo real de un agujero sin fondo.
Para mí, la honestidad siempre ha sido el pilar fundamental de mi trabajo. No pretendo venderte fórmulas mágicas ni apabullarte con tecnicismos; solo compartir ideas que te ayuden. Si te sientes cómodo con este estilo sencillo y enfocado en aportar valor real, te invito a suscribirte. Estoy convencido de que, al hacerlo, podremos avanzar juntos, aprender el uno del otro y, en última instancia, mejorar nuestros resultados de inversión. ¿Te apuntas?
Si tu respuesta es sí, sigue leyendo. Vamos a adentrarnos en el método de 10 minutos para detectar trampas de valor desmenuzando cada para ponerlo en práctica de inmediato. Porque al final, mi objetivo es que salgas de aquí sabiendo tomar mejores decisiones y, sobre todo, que evites destinar tu dinero a compañías que, por muy atractivas que parezcan, están destinadas a seguir cayendo o a quedarse en un letargo interminable.
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1. Observa la industria y la tendencia de fondo
Industria en declive estructural: La empresa puede estar operando en un sector cuyos productos o servicios están quedando obsoletos.
Competencia agresiva: Un mercado con muchos competidores y poca diferenciación (commodities) puede llevar a márgenes cada vez más estrechos.
Cambios tecnológicos o de regulación: A veces, nuevas leyes o tecnologías pueden socavar un negocio que hace dos años parecía muy sólido.
Idea rápida: Haz un escaneo de noticias recientes y foros especializados. En pocos minutos, te harás una idea de si la industria crece o retrocede.
Kodak fue, durante décadas, la dueña absoluta de la fotografía analógica. Sin embargo, cuando comenzaron a popularizarse las cámaras digitales, la empresa subestimó la magnitud de este cambio tecnológico. Sus acciones parecían una ganga a medida que bajaban de precio, pero en realidad reflejaban la debilidad estructural de un negocio que no había sabido adaptarse. Aunque muchos inversores se ilusionaron pensando que se trataba de un precio “absurdamente bajo”, lo que venía era la transición completa de la fotografía al ámbito digital y, con ello, la inevitable decadencia de Kodak.
2. Analiza la deuda en su contexto
En vez de fijarte solo en la cifra bruta, valora:
Estructura y vencimientos: Revisa cuánto debe la empresa a corto plazo (12 meses) vs. a largo plazo (varios años). Una concentración de deudas a corto plazo sin liquidez suficiente es señal de que pueden necesitar refinanciar urgentemente y a cualquier precio.
Coste medio de la deuda: Si los tipos de interés están subiendo, la empresa podría enfrentarse a costes más altos en las renovaciones.
Relación Deuda Neta / EBITDA o Deuda Neta / Flujo de Caja Operativo: Sirven para ver cuántos años de ganancias o de flujo de caja se necesitarían para devolver todo lo que se debe. Si se dispara por encima de 3-4 veces, vigila bien.
Cobertura de intereses: El ratio EBIT/Intereses (o EBITDA/Intereses) te dice cuántas veces la empresa puede cubrir sus gastos de deuda con sus beneficios operativos. Un valor menor que 2-3 indica poca holgura.
Si ves un alto endeudamiento sin capacidad de generar efectivo, o vencimientos próximos, quizá esa acción “barata” sea en realidad un globo a punto de desinflarse.
Toys “R” Us se había ganado un nombre en el mercado de juguetes, pero cayó en una compra apalancada que llenó sus balances de deuda. Durante varios años, la empresa funcionó con normalidad, pero en el trasfondo, los altos intereses y los plazos de vencimiento se iban acumulando como una bola de nieve. La acción llegó a cotizar a múltiplos bajos, lo cual tentó a algunos inversores en busca de oportunidades. Sin embargo, cuando llegó la hora de refinanciar aquella deuda, los costes subieron y la caja no dio más de sí. El resultado fue una quiebra que dejó muy claro que un precio bajo no significa nada si la estructura financiera está a punto de colapsar.
3. Examina la consistencia de la rentabilidad
En lugar de mirar solo el ROE o ROIC de un año, fíjate en la consistencia de la rentabilidad a lo largo de los últimos 5 ejercicios:
¿Ha habido caídas abruptas en la rentabilidad?
¿Se mantiene estable (o incluso creciente) a pesar de distintas coyunturas económicas?
La regularidad de la rentabilidad habla de un modelo de negocio sólido, con buenas barreras de entrada. Un ROE/ROIC alto pero con altibajos extremos puede ser señal de riesgo si viene de operaciones puntuales o extraordinarias.
General Electric fue una de las empresas más admiradas del mundo, símbolo de innovación y solidez. Con el paso de los años, la empresa se volvió más compleja en sus distintas divisiones, especialmente tras la crisis de 2008. Los beneficios, que parecían inquebrantables, comenzaron a presentar altibajos y con ajustes que generaban confusión. Muchos inversores veían la caída de la cotización como una oportunidad, confiando en la marca histórica de GE. Pero si uno observaba las cifras de rentabilidad a lo largo de varios ejercicios, se daba cuenta de que no había una trayectoria clara hacia la recuperación. Esa inconsistencia resultó ser una señal de alerta que anticipaba mayores caídas.
Por si os interesa la historia de General Electric, os recomiendo el siguiente libro, sólo en inglés.
4. Verifica la generación real de caja
El beneficio contable puede engañar. Entonces, mejor fijarse en:
Flujo de caja operativo: ¿Es positivo y en aumento? Si no se traduce en efectivo, la empresa puede estar “inflando” beneficios con ajustes contables.
Free cash flow : Después de gastos de capital, ¿queda dinero? Si no generas FCF en un periodo prolongado, tarde o temprano tendrás que endeudarte, emitir más acciones o vender activos.
Truco express: Si no tienes tiempo de profundizar, echa un vistazo rápido a la tendencia del FCF en los últimos 5 años. Una gráfica que cae en picado o se mantiene negativa de forma crónica es mala señal.
WeWork se convirtió en un fenómeno mediático al prometer la “revolución” de los espacios de trabajo compartidos. Sus números parecían de vértigo: se abrían sedes en cada vez más ciudades y se hablaba de una empresa tecnológica disruptiva. Sin embargo, el flujo de caja operativo contaba otra historia. La compañía gastaba más dinero del que ingresaba, y buena parte de su modelo de negocio requería arrendar espacios a largo plazo para subarrendarlos a corto. Cuando el mercado dejó de comprar la narrativa de un crecimiento infinito y analizó los números, se vio que se trataba de un castillo construido sobre gastos exagerados y falta de rentabilidad real. El supuesto “unicorno” se tropezó con la realidad de unas cuentas imposibles de sostener.
5. Evalúa la asignación de capital y recompra de acciones
¿Realizan adquisiciones lógicas o desesperadas?: Una empresa que compra otras compañías sin sinergias claras puede estar intentando disfrazar su propia falta de crecimiento.
¿Recompran acciones cuando el precio está alto?: Eso indica una gestión poco prudente. A veces las recompras son solo para “maquillar” el beneficio por acción.
¿Reducen deuda con el exceso de efectivo?: Eso habla de un balance más sano y un enfoque responsable.
Una mala asignación de capital puede lastrar el valor de la empresa incluso si el negocio principal no es tan malo en sí mismo.
En su época de euforia, Valeant Pharmaceuticals se presentaba como una máquina de adquisiciones. Compraba compañías rivales o con carteras de medicamentos prometedoras, y a veces recortaba drásticamente los presupuestos de I+D para mostrar unos beneficios inflados. El mercado celebraba los resultados a corto plazo, y las acciones volaban alto. Sin embargo, cuando comenzaron a levantarse dudas sobre el modelo de negocio (precios desorbitados de medicamentos y poco desarrollo de fármacos nuevos), se hizo evidente que la estrategia de compras masivas con altas dosis de deuda no era sostenible. La acción pasó de “estrella” a “estrellada”, demostrando que una asignación de capital agresiva puede degenerar en un verdadero desastre si no hay una lógica de valor a largo plazo.
6. Atiende a las señales de los directivos y su transparencia
Declaraciones repetitivas: “Este año ha sido de transición”, “el próximo trimestre ya se verá la mejora”… Si se repite una y otra vez sin cambios visibles en las cuentas, salta la alarma.
Planes estratégicos poco coherentes: Cambios de rumbo constantes (hoy quieren entrar en e-commerce, mañana en renovables, pasado en criptos…) sugieren falta de visión a largo plazo.
Retribución e incentivos: Observa si los directivos se premian con bonus pese a malas cifras. O si hay un gran número de ventas de acciones por parte de insiders.
Wirecard fue una fintech alemana que sedujo a innumerables inversores con su promesa de innovación en el sector de pagos digitales. Encadenaba comunicados triunfales, y sus directivos defendían con uñas y dientes la supuesta fortaleza del negocio frente a denuncias de irregularidades contables. La cotización mostraba valoraciones atractivas tras varios altibajos, y quienes creían en la compañía veían cada corrección como una oportunidad. Pero resultó que las denuncias no eran infundadas: se descubrió que faltaban casi 2.000 millones de euros que la empresa había “maquillado” en sus balances. Cuando la verdad salió a la luz, colapsó y muchos inversores se quedaron con acciones que no valían ya casi nada.
7. Fíjate en la comunicación con los accionistas
Cartas anuales: ¿El CEO explica con claridad el rumbo del negocio o se limita a frases genéricas?
Transcripciones de conference calls: En muchas webs se publican. Mira si responden con transparencia a las preguntas difíciles o si se escudan en vaguedades.
Relación histórica con el dividendo: ¿Lo recortan a la mínima turbulencia? ¿Prefieren retener el efectivo porque no generan caja suficiente?
Si notas evasivas y poca sinceridad en la comunicación, suele haber gato encerrado.
En 2019, Luckin Coffee se presentó ante el mundo como “la Starbucks china” y protagonizó uno de los debuts bursátiles más espectaculares. Sus tiendas aparecían por toda China a una velocidad pasmosa, y las ventas prometían una escalada espectacular. En su información para accionistas se mostraba un crecimiento de ingresos e, incluso, planes para competir de tú a tú con Starbucks en el mayor mercado cafetero emergente. Pronto se descubrió un fraude: parte de las ventas que reportaban habían sido infladas para dar una imagen de expansión desmesurada. Cuando se hizo público, las acciones se desplomaron, dejando claro que la grandilocuencia en las comunicaciones puede ser humo cuando no va respaldada por datos verdaderos.
Contraejemplo: El caso de Meta en 2022
El año 2022 trajo consigo una corrección fuerte en las acciones tecnológicas, y Meta no fue una excepción: la cotización se desplomó y muchos inversores llegaron a dudar de su futuro. Los titulares anunciaban que la red social había perdido atractivo, que la juventud migraba a otras plataformas y que la apuesta por el metaverso era un agujero de gastos sin retorno. Aquello parecía el típico caso en el que las acciones bajan y parecen “baratas” (condición que a menudo nos hace temer una trampa de valor). Sin embargo, la historia real distaba bastante de la catástrofe que se anticipaba. Meta seguía gestionando un imperio de plataformas (Facebook, Instagram, WhatsApp) con miles de millones de usuarios y, pese a la incertidumbre económica y el ruido mediático, continuaba generando flujos de caja considerables. La empresa tenía margen de maniobra para redefinir su modelo de negocio, acometer nuevas inversiones y, sobre todo, no requería un cambio estructural drástico como sí ocurre en los negocios en decadencia.
Además, sus problemas no apuntaban a una disrupción tecnológica que aniquilara sus servicios, sino más bien a un reajuste de las reglas del juego publicitario y las preferencias de consumo. Aunque su precio hubiera caído, los fundamentos (un ecosistema sólido de usuarios, barreras de entrada y capacidad para monetizar sus plataformas) permanecían intactos. Meta no parecía “barata” a causa de un deterioro imparable ni de una deuda insostenible, sino por un choque temporal de expectativas y una fuerte inversión en un metaverso cuyo potencial estaba por demostrarse. La caída de 2022 se interpretó más como una corrección relacionada con la coyuntura y la readaptación de la estrategia corporativa que como una señal de que el negocio estuviese abocado a la ruina, rasgo característico de las trampas de valor auténticas.
Hoy cotiza unas 7 u 8 veces por encima.
Y hasta aquí esta pequeña guía de 10 minutos para evitar trampas de valor. Si lo que acabas de descubrir te ha abierto la mente (o como mínimo te ha hecho sospechar de esa “ganga” que tenías en el punto de mira), entonces ya has ganado. Ahora, te animo a dar el siguiente paso: compártelo con esa persona que sabes que se emociona tanto como tú ante una acción barata (quizá demasiado barata).
Extraordinaria esta nota, Juan.
Gracias una vez más por ayudar y enseñar a ver este maravilloso mundo de las inversiones.
Abrazo.
¡Hola Juan! Me pareció excelente el artículo. Quería aprovechar para preguntarte tu perspectiva sobre la dinámica actual de la industria de servicios de tecnología IT y transformación digital (ej. $EPAM, $DAVA, $GLOB). ¿Crees que estamos frente a un declive estructural a largo plazo, o la industria retomará su crecimiento? ¿Cómo la posicionarías en términos de ser una commodity?
Además, me interesa saber tu opinión sobre el impacto de las tecnologías emergentes (como la IA, la computación cuántica, etc.). ¿Las consideras una amenaza importante o una gran oportunidad para el futuro de estas compañías? Gracias!