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Luke Mader mantenía el foco en la calidad y la cercanía, no en la autopromoción. De hecho, ese rasgo de discreción personal lo acompañaría a lo largo de todo su recorrido, definiendo en parte el ADN corporativo de la empresa.
Hace ya varios años que compartí con todos vosotros mi análisis sobre Mader Group, un estudio que siempre ha permanecido abierto y que así seguirá para mostrar parte del trabajo que realizo. Desde entonces, la inversión se ha revalorizado un 170%, un resultado extraordinario. Sin embargo, cuando algo se dispara tanto, surgen dudas: ¿es momento de vender, reducir la posición o continuar invertidos? En mi caso, prefiero permanecer durante muchos años en empresas capaces de capitalizar su crecimiento a largo plazo.
Para sostener esa convicción durante tantos años, es fundamental conocer a fondo al equipo directivo, un factor decisivo en empresas de pequeña capitalización. Conocer a John Mader no es tarea sencilla, pues es una persona muy discreta que apenas concede entrevistas. Aun así, durante estas últimas semanas me he puesto manos a la obra, y este artículo nace de ese trabajo. Confío en que resultará de gran interés tanto para los accionistas actuales como para quienes estén valorando invertir en la compañía.
Las anécdotas de empleados relatan que, en más de una reunión, veían con asombro al gran “jefe” llegar con botas llenas de polvo y conversar directamente con los técnicos sobre situaciones específicas de las máquinas.
Si aún no conoces Mader Group, te invito a leer el análisis que publiqué hace casi tres años, disponible abiertamente, donde detallo sus principales características y perspectivas.
Mader Group
Querido suscriptor, antes de desarrollar la tesis de Mader Group, me gustaría agradecerle que siga visitando este humilde Substack, haciendo posible que siga motivado y con fuerzas para escribir y bu…
Introducción
Luke Mader no es el típico magnate minero que te imaginas al escuchar historias de grandes fortunas y jets privados. Su aventura comenzó con una simple camioneta, unas cuantas herramientas y un espíritu que lo llevaba a lidiar con averías en las profundidades de Australia. ¿Por qué no había alguien capaz de reparar esas descomunales máquinas con la urgencia que exigía el negocio? Él vio la oportunidad: si era posible atender el problema de inmediato, se ahorrarían millones en horas perdidas. Esa idea ingeniosa desembocó en la creación de Mader Group, ahora una multinacional clave en el mantenimiento minero. Sin hacer ruido, sin declaraciones rimbombantes. ¿Qué le permitió ganar la confianza de gigantes como BHP y Rio Tinto? ¿Cómo pasó de mecánico solitario a liderar equipos en múltiples continentes?
Descúbrelo a continuación.
Índice
Nacimiento: un mecánico con determinación
Los primeros pasos de un taller ambulante
Expansión hacia nuevos horizontes
Hacia la salida a bolsa: el gran salto empresarial
Cultura y liderazgo: el corazón de Mader Group
La figura de Luke Mader: discreción y pragmatismo
El lado personal
Responsabilidad social y aporte a las comunidades mineras
El crecimiento continuo y la diversificación
Perspectivas futuras
Conclusión
1. Nacimiento: un mecánico con determinación
Para comprender Mader Group, es esencial asomarse al pasado de su fundador. Luke Mader no nació en una familia de grandes empresarios ni tuvo acceso a un capital cuantioso de manera inmediata. Por el contrario, comenzó su andadura de forma muy elemental: como aprendiz de mecánico de maquinaria pesada en la red de distribuidores de Caterpillar en Australia Occidental. En aquel entorno, se empapó del funcionamiento de las reparaciones mineras, de la urgencia que conlleva cuando un equipo inmenso se detiene y las consecuencias económicas que esto implica para las compañías. Lo que para algunos era un oficio tosco, para él se convirtió en un aprendizaje integral.
El paso por la parte técnica, sumado a un periodo posterior en el que desempeñó tareas vinculadas al marketing y la gestión de clientes, hizo que comenzara a ver un hueco en el mercado: la industria requería un servicio más ágil y personalizado de mantenimiento, algo que no siempre podían cubrir las grandes empresas dedicadas a la distribución o fabricación de la maquinaria. Mader observó que, en zonas mineras muy apartadas, los tiempos muertos por fallo en un camión gigantesco o en una excavadora podían resultar excesivamente costosos. Una reparación rápida y eficiente podía marcar la diferencia entre perder cientos de miles de dólares o mantener la operación estable. Así, empezó a consolidarse en él la idea de crear un servicio de mecánicos especializados, altamente capacitados y capaces de desplazarse con rapidez, llevando sus herramientas y su pericia hasta el último rincón de la enorme geografía australiana.
En esa etapa surgen algunas anécdotas que, con el tiempo, con casi leyendas entre quienes conocen la trayectoria de Mader. En más de una ocasión, se ofreció como voluntario para trabajos sumamente incómodos o situados en lugares tan remotos que pocos querían asumirlos. No solo probaba sus habilidades, sino que cultivaba lazos de confianza con los operadores de maquinaria. Era un joven metódico, entusiasta y convencido de que, en ese nicho de averías y reparaciones, se hallaba una oportunidad que esperaba a alguien con la visión y el coraje suficientes.
Lo que le hizo fundar Mader Group surgió de la necesidad y de la experiencia de campo, y no de un deseo de convertirse en magnate. El conocía el olor del metal recalentado y el caos de las herramientas al desarmar grandes motores. Sabía cuánto dinero podía perder un cliente con cada hora de máquina inactiva. De esa conciencia nacería una forma de trabajo orientada a la resolución inmediata, en la que el mecánico no es un recurso distante, sino un compañero que acude en el momento oportuno para poner en marcha el corazón mecánico de la operación minera.
2. Los primeros pasos de un taller ambulante
Fue en el año 2005 cuando Luke Mader decidió dar el salto. Con una cantidad de dinero modesta, una camioneta utilitaria y las herramientas justas, se estableció como un contratista independiente en la remota región de Kimberley, al noroeste de Australia Occidental. Un solo individuo, su vehículo, los utensilios a cuestas y un teléfono (a veces con escasa señal) para atender llamadas de auxilio mecánico. Desde el principio, combinó el trabajo en terreno con una relación muy cercana con los clientes. No era raro que Mader conociera a cada operador de excavadora por su nombre y supiera detalles sobre su forma de trabajar.
La llegada de su primer gran encargo ocurrió poco después, cuando se le solicitó la reparación de una enorme excavadora en una mina de diamantes. Era el tipo de reto que pondría a prueba su paciencia, pero también una oportunidad para demostrar que, pese a estar él solo, podía asumir trabajos que normalmente se asignaban a empresas con mucha más estructura. Dedicó largas jornadas en aquel proyecto, trabajando bajo el sol y asegurándose de que la excavadora quedase en perfecto estado. Al finalizar, la satisfacción del cliente y la convicción de Luke Mader de que había algo especial en su forma de hacer las cosas marcaron un antes y un después. Aquel fue el instante en que comprendió que la excelencia técnica, sumada a una ética de trabajo flexible y un trato cercano, constituía su “fórmula ganadora”.
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