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En la publicación de hoy quiero abrirme a ustedes y compartir los errores de inversión que he cometido a lo largo de estos años. Mi objetivo es doble: mostrar que, como cualquier ser humano, también me equivoco y mejorar la transparencia y conexión con mis lectores.
Hace unos días, mientras revisaba algunas cuentas de Twitter que sigo, me encontré con un tweet de @MikeFritzell donde preguntaba cuáles eran las principales preocupaciones de los lectores sobre las newsletters relacionadas con finanzas o inversiones.
Como escritor e inversor, me leí todo el hilo para entender mejor las inquietudes de los lectores. Siempre busco mejorar para mantener interesados a quienes ya son suscriptores y si es posible atraer a otros nuevos. Sé que no es tarea fácil, considerando que en los últimos dos o tres años ha habido un auge de personas que han empezado a escribir sobre finanzas con la intención de obtener una recompensa económica. Esta saturación de contenido puede generar cierto rechazo, ya que, como en todo, hay material de mucha calidad y otro de calidad cuestionable.
Volviendo al tema del tweet, lo que menos gusta a los lectores o los aleja de seguir a un divulgador son los siguientes motivos:
Falta de rentabilidades: Fue lo más comentado. Escribir bien, opinar y parecer inteligente es relativamente sencillo. Puede dar la impresión de que uno sabe de lo que habla, pero hay que demostrarlo, y en el mundo de las inversiones no hay mejor forma que compartiendo las rentabilidades. Y cuando hablo de rentabilidades, deben ser históricas, ya que todos podemos tener buenos meses o años.
Escribir por escribir: Cuando alguien no tiene de qué hablar pero siente la necesidad de generar contenido para mantener al lector atento, se crea material de poco valor. En mi opinión, es mejor un artículo bien informado pero menos frecuente, que muchos artículos con poco contenido. Me sorprenden aquellas newsletters que presentan ideas cada dos semanas. Ni son verdaderas ideas ni están analizadas a fondo, pero generan la apariencia de que sí, y al suscriptor le gusta.
Sesgo positivo hacia las ideas: Muchos análisis siempre presentan oportunidades de inversión, y rara vez se es crítico con la idea. Puede que, después de realizar una investigación y dedicar horas, no quieras decirle al lector que esa idea no te convence. Pero considero que la curiosidad por conocer nuevas ideas y modelos de negocio, aunque no siempre terminen en conclusiones positivas, enriquece al inversor y mejora su círculo de competencia. En su día me llamaron la atención empresas como Tristel, Shake Shack, Adobe, The Italian Sea Group o Spotify. Modelos interesantes donde aprendí mucho, pero que no encajaban en lo que busco en una inversión. Decirlo y explicar los motivos creo que aporta más valor que publicar una idea de inversión que no te convence del todo.
Falta de seguimiento en las ideas: Una vez publicada la idea, muchos escritores se olvidan de ella y no vuelven a actualizar sobre cómo ha ido la empresa. Esto sucede sobre todo cuando se publica por publicar y no estás alineado con tus ideas.
En mi caso, las empresas que forman parte de la cartera son comentadas trimestralmente para que los lectores sepan cómo les está yendo. Es cierto que aquellas que no adquiero no suelo darles cobertura, aunque yo pueda estar atento por si su precio se vuelve adecuado y puedo incorporarla.Sobrevalorar ideas: Dar la sensación de que detrás de cada publicación está la próxima Amazon o Berkshire Hathaway. Hacerlo antes del muro de pago puede despertar la curiosidad del lector y hacerlo pagar. A veces nos emocionamos con nuestros descubrimientos y tratamos de comunicar su potencial de forma exagerada; me ha pasado. Pero también es cierto que, la mayoría de las veces, se hace solo para que el lector tenga la tentación de pagar.
Dificultad para cambiar de opinión: Adquieres una empresa, forma parte de tu cartera, la mantienes un tiempo, la defiendes y sus fundamentales no mejoran. Admitir públicamente que esa idea no era lo que esperabas puede hacer que tus lectores te consideren mal inversor. Es algo muy común; incluso recientemente vi a un usuario que compartía su cartera y criticaba abiertamente muchas ideas en Twitter abandonar por este motivo. Si Buffett se equivocó tantas veces, ¿por qué nosotros no íbamos a hacerlo?
Alardear de aciertos y olvidar los errores: A todos nos encanta que, pasado un tiempo, nuestras ideas hayan funcionado. Soy el primero en celebrarlo, ya que favorece tanto a mi Substack, a mis lectores como a mi cartera personal. Pero los errores son inevitables. Aunque a lo largo de estos años he compartido mis errores en podcasts, tweets o publicaciones, nunca los había recopilado en un solo texto. Esta publicación está dedicada a ello.
La publicación de hoy fue inspirada por el tweet de Michael. Abrirme y compartir la realidad de un inversor particular no solo genera una mayor conexión con el lector, sino que puede ayudar a quienes me leen a evitar los errores que he cometido. En primer lugar, hablaré de errores propios y, a continuación, de errores que considero típicos y frecuentes pero que considero no he cometido.
Errores propios
Invertir sin conocer bien la industria
Uno de mis mayores errores fue invertir en Appen, una empresa de etiquetado de datos para Inteligencia Artificial. Me dejé llevar por el entusiasmo del sector tecnológico sin realmente entender cómo funcionaba esta industria. No tenía conocimiento sobre Inteligencia Artificial ni sobre los dificultades para las empresas que operan en este campo. Este desconocimiento me llevó a infravalorar los riesgos , especialmente en un sector tan dinámico.
Además, Appen dependía en gran medida de solo cuatro clientes: Meta, Amazon, Google y Microsoft. Esta concentración significaba que cualquier cambio en la relación con uno de ellos podía tener un impacto significativo en los ingresos. La falta de diversificación de ingresos y mi desconocimiento del sector resultaron en una inversión desastrosa. La cotización de Appen pasó de 11 AUD a 0,28 AUD, una lección sobre la importancia de conocer bien la industria antes de invertir. Afortunadamente vendí muchísimo antes de que se desplomase.
Invertir por sus fundamentales sin entender el negocio
Otro error fue invertir en Alibaba basándome únicamente en sus fundamentales financieros. Las cifras eran buenas, sin embargo, no profundicé en entender el modelo de negocio ni el entorno en el que operaba. Alibaba es una empresa enorme y compleja que opera en un país con un modelo económico y regulatorio muy diferente al que estoy acostumbrado.
Este desconocimiento me llevó a subestimar los riesgos políticos y económicos asociados con invertir en China. No me sentía cómodo con las políticas gubernamentales y cómo podían afectar a la empresa. Al final, decidí vender mis acciones el mismo día en que Charlie Munger decidió comprar. Esta experiencia me enseñó que unos buenos fundamentales no son suficientes si no entiendes el negocio y el contexto en el que opera.
Copiar sin miramientos
En mis inicios como inversor, admiraba a Michael Burry, especialmente después de ver la película "The Big Short". Cuando descubrí que estaba invirtiendo en Tailored Brands, una empresa de fabricación de uniformes, no dudé en seguir sus pasos. Sin hacer mi investigación, asigné un 2% de mi cartera a solo porque Burry lo había hecho.
Esta decisión me enseñó que copiar las inversiones de otros sin hacer tu propio trabajo es una estrategia peligrosa. Cada inversor tiene sus propias razones para tomar decisiones, y lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Además, las circunstancias personales y los objetivos pueden ser muy diferentes. Aprendí que hay que entender en qué estás invirtiendo. La empresa quebró y se fue a cero.
Otro error de este estilo, pero que en este caso me salió bien, fue comprar acciones de JP Morgan en 2020, después de su desplome a unos 70$ la acción, porque le escuché a Buffett decir que sus acciones valían por lo menos 180$. Vendí en 140$ toda mi posición, con lo que funcionó.
Sobrevalorar las ventajas competitivas
Fevertree es una empresa que me encanta; sus tónicas son posiblemente las mejores del mundo. Me dejé llevar por mi gusto personal por el producto y asumí que tendría éxito. Creía que su marca tenía un poder similar al de gigantes como Coca-Cola, Pepsi, Monster o Red Bull. Sin embargo, sobrevaloré su marca. A pesar de ser un producto excelente, no es Coca Cola.
Este error me enseñó que el gusto personal no siempre se traduce en una buena inversión. También comprendí que una marca fuerte no garantiza el éxito y hay que ser muy cauteloso con este tipo de ventaja competitiva, a veces mucho más débil y cambiante de lo que pensamos. Además, invertí cuando la empresa estaba sobrevalorada, lo que agravó el error.
Pagar en exceso
Me ocurrió algo similar con Pollard Banknote, una empresa canadiense que tiene prácticamente un monopolio en el sector de las loterías y está dirigida por su familia fundadora. Me gustó su posición en la industria y el enfoque conservador de la familia. Sin embargo, pagué alrededor de 40 veces sus ganancias, unos 45 dólares canadienses por acción en 2021, pensando que el precio era justificable por la calidad del negocio.
Con el tiempo, el mercado ajustó su valoración, y las acciones cayeron a alrededor de 25 dólares canadienses, más cerca de su verdadero valor intrínseco. Esto me recordó que, aunque un negocio sea excelente (en el caso de Pollard es bueno pero no alcanza la excelencia), pagar un precio excesivo puede llevar a rendimientos insatisfactorios. La valoración importa, y es importante no dejarnos llevar por el entusiasmo al evaluar el precio de una acción.
Calidad en cartera sí, pero no a cualquier precio
Aprendí que tener empresas de calidad en la cartera es importante, pero no si se adquieren a cualquier precio. Warren Buffett, a quien admiro, rara vez paga precios desorbitados por negocios excelentes. En mi afán por tener las mejores empresas, a veces ignoré la valoración, pensando que la calidad del negocio lo justificaba.
Sin embargo, incluso las mejores empresas pueden convertirse en malas inversiones si se pagan precios demasiado altos. Hay que tratar de encontrar un equilibrio entre calidad y valoración. Esta lección me ha ayudado a ser más disciplinado en mis decisiones, invirtiendo no solo en buenos negocios, sino que también a precios razonables.
Revisar la cartera a diario
Durante mi primer año como inversor, revisaba mi cartera todos los días. La verdad es que no encuentro una explicación lógica a esto; quizás quería asegurarme de que mis acciones seguían ahí y que nadie me las había robado (broma aparte). Sin embargo, no aporta absolutamente nada al inversor; de hecho, puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas y sin fundamento. Actualmente, solo reviso mi cartera para compartir actualizaciones con los suscriptores o cuando realizo algún movimiento. No tengo la aplicación del bróker instalada en el teléfono.
Búsqueda de ganancias rápidas
A pesar de siempre promover una inversión paciente y a largo plazo, admito que en ocasiones me he dejado llevar por la tentación de obtener rendimientos rápidos. Un ejemplo es Neonode, una empresa que tenía (y tiene) la posibilidad de multiplicar sus ganancias debido a un juicio por patentes contra Google, Apple y Samsung. Si el fallo era favorable, las ganancias podrían aumentar al menos diez veces en un corto período. Sin embargo, ni sé de patentes ni entiendo de procesos legales. La vendí sin pérdida, pero fue un error haber entrado en primer lugar.
Otro caso fue Cettire, una empresa cuyo modelo de negocio era una especie de dropshipping online para la venta de productos de lujo. Su crecimiento anual era espectacular, pero debo admitir que la adquirí porque escuché a un inversor americano decir que era "la mejor oportunidad en años". Otra vez, no hice mis deberes y me dejé llevar por la promesa de ganancias rápidas. Duró poco en mi cartera y, aunque obtuve algo de beneficio, no se ajustaba en absoluto a mi estilo de inversión.
Adquirir promesas no consolidadas
Quizás sorprenda a muchos este error. Compré acciones de Boston Omaha en 2020 porque sus cartas y modelo de negocio hasta la fecha me cautivaron. Hoy en día, el negocio ha cumplido e incluso superado mis expectativas y es una de las principales posiciones de mi cartera. ¿Cuál fue el problema? En el momento de adquirirla, el historial de Boston Omaha era insuficiente para incorporarla. Me fie de las palabras de Adam y, aunque considero que el negocio es excelente, la adquirí demasiado pronto.
Si la compra fuese hoy, en 2024, no lo consideraría un error, pero en 2020 era una mera promesa. Esto puede servir de lección para quienes se dejan llevar por booms o modas sobre alguna empresa; es mejor mantenerse alejados de ellas o de lo que se conoce como "growth investing", empresas muy prometedoras pero que aún no se han consolidado. Aunque el futuro prometedor puede ser tentador, creo que puede traer más dolores de cabeza que alegrías.
Errores de omisión
Es algo muy común entre los inversores. Siempre hay empresas que analizamos, entendemos o que llaman nuestra atención y dejamos escapar. En mi caso, las dos de las que más me arrepiento son Ferrari y FICO. Las conocí en 2020 y 2021 y su valoración no me convencía. Parece que fue un error importante que habría agregado varios puntos porcentuales de rentabilidad a mi cartera, y porque son empresas que, a día de hoy, seguramente seguirían formando parte de ella.
Errores de análisis
Los errores de análisis son inevitables; siempre habrá cosas que se nos escapen o que desconozcamos. No han sido pocos a lo largo de estos años, pero espero que la experiencia y el análisis de modelos exitosos me ayuden a minimizarlos con el tiempo. Algo que refuerza mi convicción y fortalece mis análisis es ver algunas de mis empresas en las carteras de grandes inversores.
Como pueden ver, la lista de errores no es corta y muy posiblemente me esté dejando alguno por el camino. Para mí, como inversor, compartir y admitir estos errores es crucial para mejorar. La mayoría de ellos los cometí en mis dos primeros años invirtiendo, y espero que no se repitan. Es seguro que en el futuro seguiré cometiendo errores, no tengo dudas, pero es más probable que sean de análisis o valoración, y no los que he compartido y de los que he aprendido.
Errores comunes entre inversores
Además de mis propios errores, tras casi cinco años invirtiendo, he observado que muchos inversores, incluido yo mismo, cometemos errores comunes que, si los corregimos, podrían mejorar nuestra experiencia en la inversión.
Buscar complejidad innecesaria
A veces parece que encontrar esa aguja en un pajar, descifrar un balance y cuenta de resultados complejísimos, o descubrir ese activo oculto que nadie vio pero tú sí, puede ser el Santo Grial que nos hará ricos. Nada más lejos de la realidad. En inversión no se premia la complejidad. Empresas como Microsoft, Ferrari, Google o Berkshire Hathaway son conocidas por cualquier amante de la inversión y habrían generado mucha riqueza en cualquier cartera.
Aprendizaje horizontal en lugar de vertical
Muchos inversores creen que tener muchas herramientas los hará mejores. Aprender macroeconomía, análisis técnico, derivados, mercado de divisas... parece que te da más recursos, pero seamos realistas: somos inversores desde nuestra casa. Mi consejo es concentrarse en analizar tantas empresas como sea posible, distinguir buenos de malos negocios y detectar los excelentes. Al principio lleva tiempo, pero a largo plazo te ayudará a descartar ideas en menos de diez minutos.
Más herramientas, estilos, no te harán mejor inversor, lo más probable es que no llegues a profundizar en ninguno y únicamente tengas conocimientos superficiales y rendimientos mediocres. Además de esto, por ejemplo, los derivados son herramientas extremadamente complejas y peligrosos como operar con ellos.
No decir "no" lo suficiente
La habilidad de decir "no" a una idea es crucial; descartar ideas es tan o más importante que seleccionar las exitosas. Eso solo se consigue leyendo y analizando muchas empresas. No queremos sorpresas desagradables en nuestra cartera.
Dejarse llevar por las modas
Especialmente en redes sociales, es tentador ver a otros enriquecerse y sentir que tú no. Son innumerables las empresas promocionadas que parecen prometer riqueza rápida. Haz tu trabajo, sé paciente y no te dejes llevar por las modas. Que las ganancias del vecino no te afecten. Cuando baje la marea, él nadará desnudo, tú no.
Obsesionarse con la macroeconomía y el análisis técnico
Los datos macroeconómicos son innumerables, impredecibles y difíciles de analizar. Druckenmiller se hizo rico combinándolos con el análisis técnico y fundamental. Ni tienes su equipo, ni es tu trabajo, ni cuentas con sus fuentes, experiencia o conocimiento. No te compliques; busca empresas excelentes que puedan sobrevivir a cualquier periodo económico.
El análisis técnico puede ser un pequeño complemento, ofreciendo tendencias o puntos de entrada y salida. Pero para el inversor a largo plazo, su valor es mínimo.
Falta de una filosofía asentada
Quizás no sea un error muy comentado, pero creo que antes de lanzarse a analizar empresas es importante tener una filosofía de inversión clara. Analizar sin saber cómo quieres gestionar tus inversiones—horizonte temporal, tipo de empresas, tamaño de cartera, tolerancia a la volatilidad—puede llevar a muchos quebraderos de cabeza. En mi caso, me dediqué a estudiar todas las cartas y charlas de Buffett, Rob Vinall, François Rochon, Terry Smith y Nick Sleep, junto con la composición de sus carteras antes de analizar empresas en profundidad.
Era la época de la pandemia y tenía mucho tiempo y ganas de aprender. Asienta tu filosofía; después, analiza empresas.
Rotación excesiva
La rotación excesiva de cartera conlleva a una “reducción invisible” de la rentabilidad. Me explico, al rotar en exceso la cartera, aumentamos en exceso las comisiones pagadas al broker por cada compra/venta y además también aumenta el pago de impuestos. Además, la rotación a veces se debe a vender posiciones que han ganado peso en cartera debido a su revalorización para ampliar en aquellas no tan excelentes.
Vender tus acciones ganadoras y aguantar tus perdedoras es como cortar las flores y regar las malas hierbas. - Peter Lynch
Ampliar todas las posiciones que caen
Comprar acciones de calidad a un precio menor es el deseo de todos los inversores a largo plazo y con enfoque cualitativo. Pero esto no significa que debamos ampliar cada posición que disminuye en valor. No solo porque pueda tardar uno, dos o tres años en recuperar su precio medio de compra, sino porque esas caídas pueden estar respaldadas por razones de peso y bien fundamentadas. Conocer muy bien las empresas en las que invertimos y evitar copiar sin criterio nos ayudará a distinguir estas situaciones.
Sobrediversificar
Tener carteras con más de 20 o 25 posiciones carece de sentido, tanto para el inversor particular como para los profesionales. Para los primeros, porque es imposible seguir de cerca tantas empresas; no conocerías bien lo que tienes y no sabrías qué decisiones tomar cuando las cosas se complican. Para los segundos, porque es una manera de asemejarse al índice y no ofrecen diferenciación alguna, a pesar de las comisiones de gestión que cobran.
Sobreanalizar datos insignificantes
Otro error frecuente es darle demasiada importancia a indicadores macroeconómicos o a datos que no son esenciales para la evaluación de una empresa. Muchos inversores se obsesionan con variables como la inflación o las tasas de interés, y terminan tomando decisiones basadas en movimientos temporales del mercado. Aunque pueden influir en el corto plazo, las empresas sólidas, con ventajas competitivas claras, tienden a prosperar a lo largo del tiempo independientemente de las fluctuaciones económicas. En lugar de centrarse en estos indicadores externos, es más productivo enfocarse en los fundamentales del negocio y su capacidad de generar valor.
Vender demasiado pronto
Uno de los errores más frustrantes para muchos inversores es vender una acción simplemente porque ha subido de precio. A veces, cuando una acción experimenta una revalorización significativa, el impulso es vender rápidamente para asegurar las ganancias. Sin embargo, esta decisión puede ser errónea si la empresa aún tiene potencial de crecimiento. Las mejores inversiones suelen ser aquellas en las que se permite que el capital crezca con el negocio a lo largo del tiempo. Vender demasiado pronto puede limitar la capacidad de obtener todo el valor que una empresa puede ofrecer en el largo plazo, perdiendo así rendimientos exponenciales que se obtienen al mantener las acciones durante años.
Hacer caso al ruido
A lo largo de la historia de la bolsa, siempre han existido comentaristas, medios de comunicación y analistas que encuentran motivos para desincentivar la inversión, ya sea a través de pronósticos de crisis económicas, volatilidades inesperadas o cambios regulatorios inminentes. Este "ruido" mediático puede fácilmente llevar a decisiones impulsivas, como vender acciones en momentos de pánico o evitar entrar al mercado por miedo a una caída inminente. Sin embargo, se ha demostrado que la inversión a largo plazo en renta variable, como el S&P 500, ha proporcionado rendimientos medios del 8% anual, a pesar de las crisis que han ocurrido. Aquellos que se dejan influir por estas personas, pueden perder oportunidades.
Intentar sincronizar el mercado
Es tentador intentar invertir en una empresa cuando el mercado está en su punto más pesimista y vender en su momento más optimista. Pero, siendo honestos, es imposible lograrlo consistentemente. Permanecer siempre invertido con una mentalidad empresarial es mucho más rentable que tratar de predecir los movimientos del mercado.
El argumento que muchos plantean ante esta imagen es: ¿qué habría pasado si hubieras evitado los 10 o 20 peores días? Es una pregunta interesante, pero la respuesta es simple: no habrías podido hacerlo de manera consistente.
Es posible que haya cometido muchos más errores y quizá me esté olvidando de algunos. Sin embargo, espero que al compartir mis experiencias y los errores más comunes que percibo en otros inversores, pueda ayudarte a mejorar en tu propio camino inversor. Reconocer y aprender de nuestros errores es esencial para avanzar. La inversión es un viaje de aprendizaje constante, y si podemos evitar caer en las mismas trampas, estaremos más cerca de nuestros objetivos.
Quiero agradecerte por acompañarme en esta reflexión. Compartir estos errores no solo me ayuda a mí a ser más consciente, sino que espero que también te sirva a ti en tu propio recorrido.
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En la próxima publicación de cafeína inversora, anunciaré al ganador.
Lo peor de todo, es no ser consciente de que estas cometiendo un error. Sin ser consciente que existe un error (porque no te ha tocado) no puedes nunca aspirar a solucionarlo. De verdad creo que con este artículo as dado en el clavo (al menos a mí me sirvió). El mayor error que tengo es no haber empezado, tengo una parálisis por análisis brutal, que no me la quito de encima, por miedos, prejuicios, desconocimiento o yo que sé...
Me he visto reflejado en bastantes de los errores que comentas. En mi caso, el mayor error es ampliar posiciones mientras van cayendo y acabar con un peso mucho mayor del que quería asignar quedándeme sin cash para invertir en otras. Gracias por el post!