Cinco años invirtiendo: mis lecciones, mis errores y cómo he superado a los índices
He logrado un 15,61% anualizado, superando al S&P 500 y al MSCI World
Queridos lectores,
Ha llegado ese momento que, cuando lo imaginé por primera vez, veía lejano y casi irreal: ya han pasado cinco años. Parece que fue ayer cuando empecé a compartir mis análisis y reflexiones, pero este lustro ha volado a la velocidad del rayo. No es un simple aniversario, sino el mínimo que me autoimpuse para poder decir: “Ahora sí, juzgad mi trabajo”.
Sé que en el mundo de la inversión hay quienes evalúan a un gestor en plazos tan cortos como meses, semanas o —creedlo o no— incluso horas. Sin embargo, yo creo que cinco años es el mínimo para medir con algo de perspectiva la solidez de un método. Si alguien opina lo contrario, posiblemente mi contenido no le resulte de gran valor. Para quienes coincidís conmigo en la importancia de pensar a largo plazo, hoy marca una oportunidad perfecta para analizar juntos lo que ha ocurrido, lo que he aprendido y hacia dónde se dirige este proyecto.
Dicho esto, el objetivo de este blog nunca fue ofrecer atajos rápidos. Nació, sencillamente, de la necesidad de compartir el día a día frente a los informes anuales, de poner en valor mis análisis y de mostrar la pasión por desentrañar cifras y nombres con la misma curiosidad que tuve cuando era un lector novato. Siempre quise mostrar, desde la honestidad, cómo es invertir en empresas de calidad con paciencia y disciplina.
Comencé con más miedos que certezas. Todavía recuerdo el primer post, escrito casi de madrugada y revisado mil veces antes de publicarlo, con la duda de si a alguien le interesaría lo que tenía que decir. Poco a poco, y gracias a vosotros, descubrí que no estaba solo. Por eso, me gustaría agradeceros de corazón a quienes me acompañasteis desde el principio, a los que os unisteis después e incluso a quienes os marchasteis. Cada comentario, cada crítica y cada palabra de ánimo han sido parte de este camino.
Hoy, miro atrás y confirmo que estos cinco años han sido el plazo justo para evaluar mi método inversor, para ver cómo mis análisis evolucionan y para invitaros a juzgarme con perspectiva. Aquí no encontraréis fórmulas mágicas ni promesas de rentabilidades inmediatas, pero sí las ganas de compartir, con rigor, las lecciones y experiencias que día a día me convierten en un inversor —y, espero, en una persona— un poco más sensata. ¡Bienvenidos, una vez más, a esta aventura!
La expectativa inicial vs. la realidad
Mi plan cuando empecé era sencillo: demostrar lo que hacía tras muchas horas de lectura y análisis, atraer a un puñado de lectores curiosos y, sobre todo, crecer como inversor a través del intercambio de opiniones. No pretendía ni resultados espectaculares ni convertirme en una referencia; simplemente, quería compartir mi proceso y mi obsesión por las empresas de calidad.
Quería intentar entrar en el mundo de la inversión, pero no contaba ni con un padrino, familia millonaria, un máster de decenas de miles de euros ni un track record personal. Es por ello que decidí ir por una vía muy poco común en España, la meritocracia. Compartiría abiertamente mi camino inversor y quizás, si lo hago bien, me llegase alguna oportunidad. Han llegado, pero por desgracia sigo pensando que vale más un máster de decenas de miles de euros que una trayectoria mostrada como la que aquí he compartido.
Los comienzos fueron humildes. La mayoría de las veces, dudaba de si alguien tomaría en serio el criterio de un contable gallego que apuesta por la paciencia en un mundo obsesionado con la velocidad. Sin embargo, poco a poco vi cómo surgía un debate constructivo con personas de distintas profesiones y rincones. Esa interacción me enseñó lo importante de compartir: las ideas de unos nutrían las de otros, y se creó así una atmósfera de aprendizaje mutuo.
En cuestión de meses, la comunidad creció más de lo que jamás habría soñado (hoy soy el Substack más leído en español con 20.000 suscriptores). Me impresiona ver cómo mi “cuaderno de notas” se convertía en un espacio valorado por muchos inversores, algunos incluso con trayectorias más largas que la mía. Lejos de asustarme, ese reconocimiento reafirmó mi convicción: la sinceridad y la constancia encuentran su lugar en los mercados y, además, generan confianza. Y sí, he cometido errores (más de los que me gustaría admitir), pero asumirlos y explicarlos públicamente reforzó mis lazos con vosotros y me hizo mejor inversor.
Mis resultados y lo que hay detrás de los números
Para muchos, el mayor atractivo de un inversor son sus rentabilidades. Lo entiendo: las cifras llaman la atención. Sin embargo, sigo insistiendo en que es más importante cómo se obtienen que cuánto se gana. Mi estrategia se basa en invertir en empresas de alta calidad, con ventajas competitivas duraderas y un horizonte de largo plazo. Suena sencillo, pero exige constancia y disciplina; no hay atajos para ello. A esto sumad que soy una persona como el 95% de los lectores, con un trabajo a tiempo completo. Es por ello que mi estilo es sencillo, sin complicaciones.
Esta cartera representa más del 80% de mi patrimonio, por lo que mi prioridad absoluta es la estabilidad y la protección de mi familia. No es un experimento con unos cuantos cientos de euros, sino un patrimonio considerable gestionado con toda la seriedad que exige.
Entre 2020 y 2025, lidiamos con un entorno macroeconómico complicado (desde la pandemia hasta tensiones geopolíticas) que puso a prueba mis convicciones. Me aferré a la paciencia, al rigor (aunque mi tiempo sea limitado) y a la flexibilidad para afrontar lo imprevisible. Al comparar los resultados con índices de referencia como el S&P 500 o el MSCI World, no solo la cartera se defendió, sino que terminó superándolos con holgura en la mayoría de plazos (un 15,61% frente a un 14,27% del SP500 y un 15,06% del MSCI World). Creo que en estos años también he podido superar al 99% de los fondos españoles. Dicho esto, tengo presente que el mercado siempre pone a prueba nuestras certezas, y atribuyo gran parte de mis logros a la constancia y a un poco de fortuna. Aunque bien es cierto que ciertos errores evitables han impedido que mi retornos no hayan sido mejores.
Por supuesto, el componente emocional es clave: saber mantener la calma cuando el mercado se tambalea vale tanto como escoger buenas compañías. Para mí, la inversión a largo plazo no consiste en ganar cada semana, sino en permitir que el crecimiento se acumule de forma gradual.
Navegando cambios drásticos
Marzo 2020: Una caída de mercado vertiginosa por el Covid
2020–2021: Políticas monetarias y fiscales inéditas.
2021–2022: Disrupciones en suministros, inflación y tensiones bélicas.
2022–2023: Subidas de tipos de interés y quiebras bancarias puntuales.
2025: Donald Trump y la guerra arancelaria.
Ninguno de nosotros pudo cambiar estos acontecimientos, pero sí cómo reaccionamos. Personalmente, aferrarme a mi ritual de lectura y análisis y, sobre todo, a vuestras reflexiones, me ayudó a mantener la calma. Los rendimientos obtenidos son, pues, un reflejo de esa mentalidad paciente y de la capacidad de adaptarse sin perder el rumbo.
Lo bueno y lo malo
A menudo me pregunto cuál es el secreto para ser feliz en esto de la inversión y sobre todo en la creación de contenido y, aunque podría dar toda una lista, la experiencia me ha enseñado que las alegrías —y los disgustos— suelen venir de manos de la gente que conoces por el camino, de la pasión que logras mantener encendida y de cómo gestionas tus aciertos y tus errores. Dicho eso, quisiera compartir con vosotros qué considero “lo bueno” y “lo malo” de estos últimos años:
Lo bueno
Amistades
Si algo he aprendido en esta andadura inversora es que los números, por muy buenos que sean, siempre acaban ocupando un segundo plano cuando se comparan con las amistades que se forjan por el camino. Cuando empecé, jamás imaginé que conectaría con gente tan especial como Diego, quien desde el primer día ha creído en mi trabajo con un entusiasmo que me sigue sorprendiendo. O con Alfonso, que me propuso en 2021 la idea de montar un fondo y, cuando le pedí paciencia, mostró la misma serenidad que busco en mis inversiones. Y qué decir de Paco Lodeiro, con su vasta experiencia inversora y siempre sabios consejos, o de mi mentor Shree (SVN Capital), cuya visión para la calidad es tan afinado que me deja asombrado cada vez que conversamos.
A Shree, en particular, le debo muchas de las lecciones que he ido asimilando. No solo me ha enseñado a buscar esa excelencia que tanto valoro, sino que también me ha transmitido la calma necesaria para atravesar turbulencias de mercado sin perder el rumbo. Con él, Diego, Alfonso y Paco, siento que comparto algo más profundo que una simple afinidad inversora: hemos forjado lazos de compañerismo que, espero, duren mucho más allá de las fluctuaciones de la bolsa. Estoy convencido de que durará para toda la vida y como en la inversión y como siempre me dice Alfonso “las relaciones, como las inversiones, componen con los años”.
Emérito Quintana, Alex Bossert, Jon Cukierwar, Carlos Santiso o incluso Rob Vinall son inversores extraordinarios —en mi opinión, varios peldaños por encima de mi nivel— con quienes he tenido la suerte de intercambiar puntos de vista. Tampoco quiero dejar de mencionar a Tomás Pinto, de Bestinver, quien se interesó tanto por mi trabajo como por conocerme personalmente, brindándome consejos que valoro profundamente. Tampoco me olvido de apasionados de la inversión con los que he podido intercambiar ideas y compartir pasión, me olvido seguro de muchos: los chicos canarios de WorldStocks, Miguel Dabán, Manuel Fernández (YouTube), Iván (Bolsa desde el inicio en YouTube), Iván (mi amigo de Pamplona), Rodri (Attitude Small Caps), Adriá Rivero, Leandro y por supuesto Alex Estebaranz o cuya formación me ayudó enormemente en mis inicios.
Gracias a todos.
Pasión redescubierta
Descubrir cómo algunas compañías construyen ventajas competitivas a largo plazo me recuerda una y otra vez que la curiosidad es el verdadero combustible de nuestra labor inversora. Disfruto cada minuto que paso buceando en las tripas de un negocio, buscando esos rasgos diferenciales que pueden convertir a una simple empresa en una auténtica joya.
Y, sin embargo, por mucho que me apasione el análisis, reconozco que estudiar la filosofía de los grandes inversores —sus enfoques, sus principios y, sobre todo, su visión a largo plazo— me ha aportado todavía más que hojear decenas de 10-K. A fin de cuentas, la filosofía adecuada es la que traza el rumbo: uno puede ser un hacha escudriñando números, pero si se empeña en buscar gangas en negocios hipercomplejos o en perpetuos “turnarounds”, acabará más preocupado que satisfecho. He aprendido que la convicción y la paciencia son valores incalculables, y ninguna hoja de cálculo te los puede enseñar por sí sola. En mi caso, reflexionar sobre las experiencias y los métodos de quienes han recorrido este camino antes que yo me ha ofrecido una brújula más certera que cualquier indicador financiero. Y creo que esa investigación filosófica es la mejor inversión que uno puede hacer.
Aprendizaje continuo
Al principio, creía tener respuestas para casi todo. Ahora soy consciente de que, cuanta más experiencia acumulo, más preguntas surgen. Y eso significa que seguiré aprendiendo hasta el último día que invierta. Sumergirme en libros, conferencias o call transcripts me ha hecho más paciente, más receptivo a nuevas ideas y, creo, mejor persona. Habréis notado que no tengo problemas en cambiar de opinión si descubro que estaba equivocado (que han sido muchas veces); y creedme, eso se lo debo a la gente brillante y a las lecturas que me han ido moldeando con el paso del tiempo.
Satisfacción a largo plazo
A veces, cuando me preguntan por los “números” de mi cartera, me gusta destacar que la mejor parte no está en un porcentaje concreto, sino en ver cómo, año tras año, las empresas de calidad van mostrando su fortaleza. Saber que he sido fiel a mis principios, aunque el mercado se tambalee, es para mí la recompensa más valiosa. A fin de cuentas, cuando miras tus logros con una perspectiva de cinco, diez o quince años, entiendes que la inversión es más una maratón que una carrera de 100 metros.
Impacto del blog
Jamás imaginé que mis reflexiones llegarían a tanto público ni que tendrían la fuerza de animar a otras personas a invertir con más sensatez. Cada vez que alguien me escribe para decirme que mis artículos le han ayudado a tomar mejores decisiones, dejar de hacer trading o al menos a entender por qué la paciencia es tan importante, me doy cuenta de la importancia que tiene este espacio. Esa “responsabilidad” me motiva a seguir compartiendo lo que aprendo.
Aprender de cada error
Si algo he confirmado a lo largo de mi camino inversor es que nadie se libra de las meteduras de pata. Eso sí, la diferencia entre salir reforzado o hundido tras un fallo depende de cómo asumimos la lección. No se trata de pretender una hoja de ruta impecable (no existe), sino de usar cada error para mejorar nuestros procesos.
Hace unos meses dediqué todo un artículo a mis equivocaciones más destacadas, y hoy, en homenaje al gran François Rochon, quiero compartir mi Top 3 de errores. Creedme, no hay fórmulas mágicas para evitarlos, pero sí para aprender de ellos.
Medalla de bronce: Neonode
Aquí teníamos una “situación especial” que pintaba a gran oportunidad, con un risk-reward tan atractivo que, de haber salido bien, habría engordado la cartera en poco tiempo. El problema no fue tanto que la tesis se cumpliera o no (creo que sigue pendiente un juicio contra Apple y Samsung), sino que, al entrar, rompí mi propia filosofía de inversión por una ganancia rápida. Y ya sabemos lo que suele suceder cuando te desvías de tu estilo: aunque ganes, es muy probable que vuelvas a caer en la tentación. Finalmente, vendí con algo de pérdidas y me llevé una lección de oro: si tu estrategia está enfocada en la calidad a largo plazo, no dejes que la promesa de beneficios inmediatos te saque del buen camino.
Medalla de plata: Tailored Brands
En mis inicios, di con uno de esos inversores casi legendarios: Michael Burry, el inversor de “La gran apuesta” (incluso le dedicaron una película, mientras que a Buffett todavía no se la han hecho, tal vez por aquello de que sus éxitos no son tan “rápidos” o cinematográficos). Burry compraba trimestre tras trimestre acciones de esta empresa de trajes. ¿Quién era para contradecirle? Pues bien, me subí a su tren sin hacer mis propios deberes… y a los pocos meses, la compañía quebró. Fue un golpe duro, pero lo agradezco porque me vacunó contra la excesiva confianza en la fama de otros. Desde entonces, tengo grabado a fuego que cada uno debe hacer su propio análisis y no delegar su criterio.
Medalla de oro: Appen
Esta idea me llevó a la portada de la revista Rankia. Para mi fortuna, no pusieron mi foto a todo color —o ahora sería carne de meme—, pero en su momento me sentí orgullosísimo: apenas llevaba un par de años invirtiendo y ya aparecía en una revista. Appen se dedicaba a etiquetar datos para alimentar a la inteligencia artificial de clientes que figuraban entre las llamadas “7 magníficas”. ¿Qué podía salir mal? Pues, como luego descubrí, la tecnología avanza tan rápido que esos gigantes terminaron desarrollando sus propias soluciones, sin necesidad de los servicios de Appen.
Guardo esa portada enmarcada en mi sala de trabajo, no como un trofeo, sino como recordatorio de la importancia de respetar mi círculo de competencia. Me recuerda cada día que, antes de aventurarme en un sector con un potencial disruptivo tan grande, debo asegurarme de entenderlo a fondo —y asumir con humildad lo que no sé.
Lo malo
Tiempo dedicado
Hay que decirlo: mantener un blog con análisis detallados, atender a vuestros comentarios y, al mismo tiempo, cuidar la vida personal y profesional, no siempre es sencillo. He pasado noches preparando material, revisando números y tratando de responder a cada pregunta que surge. Añadir que esta no es mi actividad principal, sino que es un complemento a un trabajo de 8 horas, lo que lo hace más complicado.
Responsabilidad creciente
Conforme más lectores se van sumando, más consciente soy de la influencia que pueden tener mis opiniones. Por eso, insisto en que cada cual debe evaluar sus propias circunstancias antes de seguir cualquier decisión mía. Para mí, la inversión es muy personal, casi diría que íntima. Lo que me funciona a mí podría no encajar con la realidad de otra persona, y es esencial no perder nunca esa perspectiva individual.
Twitter
Tengo una relación de amor-odio con esta red. Por un lado, me ha permitido darme a conocer y llegar a gente que jamás habría encontrado de otra manera. Por el otro, a veces el ruido puede ser ensordecedor, con demasiadas discusiones superficiales y un ritmo que puede agotar. Me quedo con lo bueno: Twitter me ha ayudado a conectar con inversores excepcionales, aunque procuro no dejarme arrastrar por la corriente de la inmediatez.
El entorno que rodea la inversión
Ahora bien, si hay algo que me incomoda no es la inversión en sí —que me apasiona—, sino parte del ecosistema que la acompaña. Hablo de esos “vendehumos” que prometen rentabilidades estratosféricas sin enseñar un track record creíble; de las redes sociales plagadas de difamaciones gratuitas; de “profesionales” con comisiones desorbitadas que durante largos periodos no generan rendimiento para sus partícipes; de YouTubers que tratan la inversión como un mero entretenimiento; o de cursos cuyos autores no muestran su desempeño real (es como subirse a un avión pilotado por alguien que solo conoce la teoría pero nunca ha aterrizado uno en la vida real). En definitiva, me hace entender a la perfección por qué Warren Buffett dejó Nueva York para volver a Omaha: a veces, lo mejor para tu trabajo y tu tranquilidad es rodearte de un ambiente que favorezca la reflexión y evite el ruido innecesario.
El futuro: hacia dónde voy
Me encanta pintar mi propio cuadro. Bajo a la oficina, me tumbo y empiezo a pintar. Y creo que estoy en la Capilla Sixtina. Es mi cuadro. Ahora, si alguien dice: "Usa más pintura roja en lugar de azul. Pinta una marina en lugar de un paisaje", le doy el pincel en cinco segundos y le digo:"Haz tu propio cuadro. Pintaré lo que quiera". Puedo pintar mi propio cuadro. Y luego recibo aplausos, si los merezco. Y eso me gusta. Me gusta que admiren el cuadro y me gusta pintar el mío. Eso es muy importante para mí. - Warren Buffett
Cuando di mis primeros pasos, confiaba en que este blog sería una especie de “tarjeta de presentación” para quien quisiera saber qué podía aportar como inversor. Fantaseaba con la idea de trabajar en un fondo como analista o de crear mi propio vehículo de inversión. Hoy, mis resultados me animan más que antes, pero también soy consciente de que manejar dinero ajeno tiene su propia montaña rusa emocional.
Tengo la convicción, no confundir con arrogancia, en que podría hacer un buen trabajo si me dedicase a esto de forma profesional: tengo pasión y considero que una filosofía adecuada, además de un historial de rentabilidades que empieza a poder ser medible más objetivamente.
Pero…
En primer lugar, habría que diseñar un modelo de comisiones que sea justo, un sistema en el que tanto inversores como gestor remen en la misma dirección. En segundo lugar, gestionar un fondo significa lidiar con la diferencia de temperamentos; si hay algo que he aprendido, es que no todos toleramos la volatilidad del mismo modo. Y, por último, habría que conseguir partícipes y me siento más cómodo detrás del blog que en el papel de “relaciones públicas”. Si un día doy el salto, lo haré con la misma filosofía que me ha traído hasta aquí: paso a paso, sin vender ilusiones y poniendo siempre por delante la calidad y la transparencia.
Lo que sí me llamaría más la atención es poder gestionar la parte de renta variable de un family office. Sin tantas limitaciones ni carácteres diferentes. Si la familia (o familias) encajasen con mi estilo, y yo con ellos, creo que sería más sencillo para todos.
De momento, mis energías se concentran en este Substack, en seguir compartiendo empresas extraordinarias, reflexiones y mi gestión de cartera y en proyectos como Galician 2.0, cuyo propósito es brindar una formación más completa y estructurada a quienes deseen profundizar en mi método. Igual que Buffett visualiza su “Capilla Sixtina” como la obra que define su estilo, mi sueño es que este rincón se convierta en una referencia en español para quienes apuestan por la inversión en calidad, y pongo todo mi empeño en lograrlo.
Es verdad que existe mucha oferta ahí fuera: algunos proyectos son muy buenos, pero otros se centran más en la monetización que en transmitir una verdadera pasión inversora. A esto se suma que escribir sobre finanzas casi no tiene barreras de entrada, así que cada vez hay más voces en la sala. Tal vez esa competencia haga que algún suscriptor se vaya a otra parte. He observado que las renovaciones han bajado del 88% al 82%, algo que no me quita el sueño pero que me anima a conectar más directamente con vosotros.
Por eso, he decidido hacer un podcast en mayo con tres o cuatro suscriptores. Quiero conocer sus impresiones de primera mano, entender qué les gusta y qué mejorarían, y también ofrecer a los nuevos la oportunidad de oír testimonios reales de quienes llevan un tiempo siguiendo mi trabajo. Es una forma de escucharos, de compartir reflexiones y de mejorar gracias a vuestro feedback.
En cuanto al futuro de este Substack, podría evolucionar hacía versiones 3.0 o 4.0 si veo que existe la motivación para seguir diversificando el contenido. Y es que, como buen gallego, prefiero no precipitarme: estudiar cada paso con calma me ha permitido llegar hasta aquí sin perder de vista mis principios. Poner la calidad por encima de la prisa es, al fin y al cabo, el espíritu que me ha guiado en la inversión… y en la vida.
Despedida
Al mirar atrás, veo a aquel inversor lleno de pasión y curiosidad, que se zambullía en lecturas y análisis sin descanso para descubrir cómo se crea valor a largo plazo. Cinco años después, mantengo intacta la ilusión de aquellos primeros días, pero ahora sé que no viajo solo: cada artículo, cada correo y cada conversación refuerzan mi motivación y me permiten seguir aprendiendo con vosotros.
No exagero si digo que, cada día, doy gracias por haber iniciado este Substack. Ver cómo ponéis en práctica mis reflexiones, cómo me retáis con preguntas que me obligan a replantearme mis propias ideas y cómo celebráis mis aciertos (mientras me animáis cuando meto la pata) demuestra que la inversión puede ser un camino que conecta a las personas, más allá de ser un “hobby” solitario.
Como siempre digo, invertir con buen juicio no consiste en ganar todas las batallas, sino en construir un legado que perdure. Y, mientras tanto, disfruto de cada paso del trayecto, sabiendo que la paciencia y la confianza en las buenas empresas son las brújulas que nos orientan hacia el largo plazo. Me alegra compartir esta senda con vosotros y espero que sigamos avanzando, paso a paso y palabra a palabra, en busca de la calidad inversora.
Por supuesto, no podría cerrar estas líneas sin expresar mi gratitud hacia quienes me han apoyado incondicionalmente desde el primer minuto: mis padres y mi hermano, que siempre me han dado alas para seguir creciendo, y muy en especial a mi futura esposa, mi gran cómplice y “sufridora”, que ha vivido este proceso desde el día uno. Ella soportó mis horas sin dormir, leyó y criticó mis primeras tesis, me ayudó a corregir redacciones de principiante, puso en duda algunas de mis inversiones más atrevidas y, sobre todo, se encargó de bajarme de la nube cuando me dejaba llevar por la emoción de ver mi nombre en una portada. Gracias a ti, y por nuestra pequeña “ratona”, continúo persiguiendo este sueño con los pies en la tierra.
Tampoco me olvido de mi pequeño grupo de amigos que conocen esta pasión y acribillo con contenido inversor en nuestro grupo de WhatsApp “Lobos de Wall Street”.
Gracias a todos por leerme.
Un abrazo,
Juan
Dependes mucho del Sp500, de hecho tu cartera está súper correlacionados, no sé si valga la pena tantas horas, compra el QQQ y disfruta la vida.
Inspirador como siempre! Tengo una curiosidad relacionada con tus inicios. En qué momento haces el cambio mental de “lector novato” a compartir tus analisis? Hay en algun punto antes de empezar a escribir que dices: “estoy listo!”; o simplemente te lanzas, haces lo mejor que puedes con humildad y tratas de aprender/buscar consejo de gente mejor que tu sobre la marcha. Cuanto tiempo llevabas leyendo e invirtiendo antes de coger seguridad en tus conocimientos?